miércoles, 5 de mayo de 2010

¡Qué bonita la Guirnalda!

Sevilla no tiene un color especial, más bien tiene un olor, y no precisamente floral. Los carros de caballos están más cotizados que el propio tranvía de la ciudad. Ambos recorren los mismos masificados y fotografiables lugares, pero la gracia de ir a 20 por hora delante de un autobús y que en vez de pitarte, te salude emocionado, es para gastarse esos 100 pavos que cuesta la hora de paseíto.

Lunares, rayas, colores vivos y floripondios decoraban tanto cuerpos españolitos de curvas marcadas como escuálidos talles de proveniencia escandinava. Pero esa guirización, de la que pocas ciudades turísticas se salvan, no había conseguido inmiscuirse en una recóndita zona de Triana; una que, a pesar de la fama, conservaba toda la esencia andaluza ridículamente imitada en el centro histórico mediante claveles de los chinos y saetas en medio de la calle (yo la primera, cuidado). Hablo de la Feria de Abril.

No es complicado llegar al recinto; basta con perseguir a los bebés vestidos de trajes regionales. Para empezar, deberían repartir mapas a la entrada, porque sólo consigues encontrar una caseta entre las mil guiándote por calles. Cuando localizas una pública, y la cola del baño de mujeres no llena por sí sola el local, puedes pasar horas haciendo como que bailas sevillanas, folclore y flamenco, y no echar de menos el Caribe Mix que te persigue desde años inmemoriables en los viajes costeros. Pero siempre quedarás relegado a disfrutar de las sevillanas de verdad desde la calle y con el de seguridad fichándote por si te ocurriera pasar a la caseta sin acreditación. Como está claro que el rebujito no lo catas en cantidades industriales si no conoces a ningún autóctono, te queda pasearte la zona de las atracciones; una concentración de todos los feriantes gitanos de los pueblos madrileños con una oferta no obstante reducida, basada fundamentalmente en el pulpo con nombres varios. Eso sí, nadie nos quita la pasarela Cibeles callejera, con esos trajes despampanantes y "volantosos" que terminan de barro hasta las cejas, a diferencia de la peineta y el moño, que regresan intactos e impolutos a casa posiblemente a causa de cargarse media capa de ozono en una tarde...

Mirala cara a cara, que es la priiimeeeraaa!- Las sevillana hablan de conquista, y como no podía ser de otra forma, a mí Sevilla me ha conquistado a la primera. Veremos si la próxima vez que vuelva, lo hago con más presupuesto y tiempo en el bolsillo, y puedo conocer algo más de la gastronomía sevillana que el granizado de limón y la hamburguesa del McDonalds.

4 comentarios:

  1. Joe que envidia!!!

    Estoy como loco por hacerme un viajecito, que asco de curro.

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  2. Una de las ciudades que tengo pendientes de visitar. Me gusta el párrafo en negrita jeje

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  3. Guirización...jajaja una plaga!!
    Yo no he estado nunca, pero es curioso porque me llama la atención pero no sé si yo encajaría muy bien allí jaja

    un beso :*

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  4. No por ser de Jerez prefiero la Feria de Jerez antes que la de Sevilla, sino porque todas las casetas son públicas :)

    La gente que venga de fuera no puede disfrutar cómodamente de una feria si sólo puede entrar en unas pocas casetas... No solo eso, también aquellas personas que no pudieran pagar la cuota para una caseta privada no podrán entrar.

    Pero no por ello deja de ser la Feria de Sevilla una buena feria, claro que debes ir con alguien conocido...

    Un saludo :)

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Se ruega canalizar la aversión hacia mi persona sin recurrir a la extremista economía lingüística del msn, al estilo montaña rusa quinceañero o a la jerga "hoygan" (en este último caso será inmediatamente investigada la IP del visitante para obsequiarle con un diccionario de bolsillo)

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