sábado, 19 de febrero de 2011

¿Me concede una entrevista vía Twitter?

Últimamente he escuchado muchas voces criticando que los periodistas se sirven del Twitter como fuente de información, haciendo eco de lo que ha dicho uno u otro cuando tienen escasez de información y de este modo, empleando la mitad de esfuerzo y profesionalidad. Creo que no se comprende hasta qué punto Twitter sustituye a la entrevista o a la rueda de prensa, y es válida como fuente de información. Hace ya tiempo que muchas entrevistas (de radio, sobre todo) se realizan por teléfono, sin posibilidad de ver la reacción instantánea del interlocutor y sin poder controlar que no se corte la entrevista cuando al entrevistado le convenga. Esto no es periodísticamente correcto. Tampoco se puede tener de esta forma pleno convencimiento de la identidad del entrevistado (y no te digo ya por email...). Entonces, ¿por qué tanto escepticismo en la validez de una información tomada de un perfil que es indudablemente personal y verídico?

Pero de todos modos, Twitter no es precisamente informativo. Pero tampoco absolutamente subjetivo. Siempre hay gente que lo emplea al estilo del clásico Toi del Bollycao, esas pegatinitas de un bichejo que decía “Toi aburrío”, “Toi machacao”, (largo etcétera), es decir, reduciéndolo a simples estados emocionales. Pero por algo el máximo son 140 caracteres y no 10. Parece que se inclina más hacia la opinión y hacia el plano humorístico: juegos de palabras, chistes, sátiras, ironías...

Por su naturaleza, no es una información que surja en un encuentro frío y laboral como es una entrevista oficial, sino que nace en los ámbitos más íntimos del personaje y este nos acerca generosamente a ellos a través de un leve y difuso reflejo llamado twit. Se está retratando como hemos hecho todos desde que creamos el nick del chat IRCHispano. Pero se retrata exactamente como nosotros, sin haberse estudiado las preguntas de la entrevista antes ni cortándose por la ideología del medio, no vaya a ser que no le dejen promocionarse. La información fluye libremente y sin condicionamientos. Pobres los periodistas que creen que pasando una hora en la casa más cara de La Moraleja, bebiendo del té más caro de Madrid y adulando la decoración llegarán a empatizar un mínimo que les permita conocer un ápice de la personalidad real de aquel a quien entrevistan.

De entre todas las redes sociales de Internet, Twitter es la única en la que figura mediática y usuario de a pie coinciden en el uso y espectativas. En redes anteriores, los perfiles de los personajes públicos se enfocaban desde una perspectiva publicitaria, convirtiéndose en un escaparate donde sólo se anunciaban próximas apariciones o nuevos proyectos (función tan mecánica que era inteligentemente delegada en un publirrelacionista). El personaje estaba por encima del usuario y no precisaba mostrar ningún tipo de feed-back. Establecía el margen de acción del segundo, generalmente excluyendo un email o método de contacto directo.

En Twitter la historia cambia, porque no hay jerarquías, y tu comentario/crítica le llegará a @Vigalondo por el mismo cauce que el de @SSantiagoSegura. Podrá bloquearte evidentemente, pero a pesar de que no le interese un comino tu opinión, tus 140 caracteres aparecerán con el mismo tamaño y el mismo color, en el mismo lugar y por justo orden cronológico junto a las de su socio, su amigo del alma o su mujer. Es verdad que algunos conocidos practicaban este acercamiento ya en Facebook (como Samantha Villar) y otros muchos, en Twitter, continúan con la funcionalidad básica y medrada que nos les hace protagonistas de ningún hastag.

Pero en términos generales, las figuras públicas no descuidan a sus followers con Time-Lines de aburridas fechas y nombres de teatros, y les brindan todo tipo de información personal. El número de followers de los adaptados es similar al de los inadaptados, pero siempre hubo CLASES de followers. Los hay que siguen virtualmente del mismo modo que les siguen desde que se bajan del coche hasta que suben al avión y desde que salen del plató de Telecinco hasta que se meten en el de Cuatro. Y los hay que aceptan la condición humana de sus “ídolos” y los siguen para comprobar si en su vida diaria son tan carismáticos como parecen. Ahí viene la parte mala del Twitter, que se te caen varios mitos uno tras otro.

En resumen, Twitter es la red democrática, la que todos usamos de la misma forma abusiva y desmedida, y en la que no se nos conoce por salir más guapo en las fotos o por tener el record en Farmville, sino por lo que decimos. Lo más parecido a una barra kilométrica de un bareto cutre. La opinión en estado puro.

4 comentarios:

  1. Muy buena entrada. Comentario escueto porque considero que tienes razón en todo lo dicho y no tengo nada rebatir.

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  2. Me gusta tu blog, es un concepto nuevo y lleno de grandes ideas, lo mirare con mucho interés. Me alegra que te gustara mi arte, es un honor recibir tu comentario, un fuerte abrazo. Y sonríe.

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  3. Twitter me encanta. Estar al tanto de todo lo que ocurre en el mundo, enterarte de cosas curiosas, poder buscar el tema que te interesa y comentar al respecto. Está genial.

    Pero, reconozco, que me empieza a dar miedo, porque no es una moda, es algo mucho más grande. Es un concepto a estudiar y tesificar.

    No digo que derroque gobiernos, pero tiempo al tiempo. Esto puede convertirse en un elemento de ayuda o destrucción para quien sepa como mirarlo.

    Con respecto a las entrevistas, me parece que está genial hacerlas vía twitter. Un soplo de aire fresco al periodismo.

    Perdón por los retrasos en contestaciones al blog.

    Saludos desde La Guarida ------- TOmás ILiescu

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Se ruega canalizar la aversión hacia mi persona sin recurrir a la extremista economía lingüística del msn, al estilo montaña rusa quinceañero o a la jerga "hoygan" (en este último caso será inmediatamente investigada la IP del visitante para obsequiarle con un diccionario de bolsillo)

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