lunes, 16 de agosto de 2010

Como dijo una sabia reina: ¡que le corten las orejas!

Recién clausuradas las fiestas más castizas de Madrid, se me viene a la mente el tema de las tradiciones y el arraigo sentimental. Porque, a pesar de mi radicalismo, también disfruto participando de los añejos pasatiempos de antaño, que aún conservan la esencia de esa historia contemporánea inmediata y de las surrealistas anécdotas que figuran en los libros escolares. Y cómo no, me acuerdo de mis amigos cornudos (pero no de esos que no saben escoger a una buena mujer; sino de los que, de haberlo, compondrían el logotipo del país). En Cataluña se prohíben, y en el resto del país se quieren declarar bien cultural. Pasando por alto que esto parece una pelea de hermanos caprichosos (una gran masa de gente aprueba lo segundo por fastidiar al primero), yo siempre me declaré como antitaurina irremediable por varias razones; no se me había dado más argumento a favor del festejo que la extinción del toro de lidia, y la importancia de conservar las viejas costumbres populares.

Hasta ahora ninguna de las dos me parecía suficientemente rotunda ni fiable como para preguntarme si el asunto en cuestión resulta beneficioso en mayor medida que perjudicial. Pero tras mantener una interesante charla con familiares dedicados a la cría del toro, me llego a preguntar si no soy demasiado intransigente con un acto con el que realmente no estoy familiarizada y cuyas causas y consecuencias no me afectan de forma directa.

Pero vuelvo a las andadas.

El toro de lidia sólo se cría con vistas al toreo, de forma que de no practicarse, se extinguiría sin solución. Está bien, no queremos que desaparezca esta rama bovina, pero ¿hasta qué punto podemos determinar nosotros la evolución? ¿Nos creemos con infinito poder para, además de exterminar ciertas especies, alargar artificialmente la estancia terrestre de otras para ofrecerles una muerte mecánica y sucia? ¿No es la naturaleza suficientemente sabia como para saber qué debe permanecer 50.000 años sobre la Tierra y qué 60.000? Imaginemos que, tras años de lanzar cabras desde el campanario, se descubren unas protuberancias en el dorso del animal que revelan estar desarrollando una forma de planeo para evitar la rotura de cráneo inminente. Esa nueva especie sólo podría desarrollarse a cambio de continuar con una tradición enfermiza y totalmente incomprensible en los tiempos que corren. ¿Qué haríamos en ese caso?

- "¿Y si les preguntáramos a ellos que prefieren?"- podrían decir. Pues hasta que no consigamos fabricar un collar como el de Up que convierta los mugidos en palabras, ni idea. Reconozco que los toros tiene una vida más digna que otros muchos animales dedicados a satisfacer nuestras voraces necesidades alimenticias. Sí, pero una vida más digna a cambio de una cadena perpetua inmerecida e innecesaria... Ya no se trata de humanizar a los animales, si no de que mire como lo mire, me resulta ridículo. Y decepcionante, ya que se mantiene gracias a que alguien disfruta contemplando el miedo y la muerte de un animal. "¡Ni el baile, ni el canto, ni la pintura, ni las letras, niño! Tu disfruta corriendo delante del toro, que es lo más grande que tiene España"... No son valores que quiera transmitir a mis hijos.

Ahora me vuelvo a plantear lo de la extinción. ¿Si un animal no puede ser explotado por la mano humana, automáticamente está destinado a su autodestrucción? ¿Va a dejar de procrear de la noche al día? ¿No es posible que paste libre por los parques naturales? Dudo mucho que no tenga utilidad al menos para multiplicar el ganado femenino.

En fin, muchas ideas atraviesan mi cabeza cual banderillas afiladas en una guerra en la que me mantengo beligerante contra viento y marea, y en la que me gustaría que todo lector del post se embarrara (ya no mojara) hasta las rodillas y compartiera su opinión. La mía se resumiría en que nunca sentiré compasión por un torero ensartado ni aplaudiré mutilación alguna.

8 comentarios:

  1. Yo tampoco sentiré compasión ninguna. No se la merecen al tratar a un ser vivo así.
    Sinceramente, ¿si se extingue el todo de lidia que pasa? Si fuimos nosotros quien lo creamos... la naturaleza no va a notar ningún cambio. Es como si se extingue la raya del yorkshire, no va a ser ningun problema para la naturaleza. Ahora bien, hablando de extinción, ¿Como un ser humano puede justificar la superveniencia de una raza creada para satisfaces su sadismo y a la vez contribuir a la extinción de miles de especias al año? No es justificable desde ningún punto de vista.

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  3. En primer lugar decir que a mí el tema de los toros me deja frío. Como ya comenté contigo, no disfruto de las corridas, pero tampoco soy un antitaurino. Me parece una mamarrachada tanto prohibir los toros como declararlos bien de interés cultural. Dices que parece una pelea de hermanos caprichosos, pero yo diré más: es la manera más suave que tienen de salir las dos Españas fratricidas. Pero no sólo las dos Españas, sino también aquella parte de España que no quiere ser de España. Por eso prohíben los toros en Cataluña y no por ecologismo, no seamos ingenuos y no nos engañemos, que lo que pasa está muy claro: la prohibición de los toros en Cataluña es una estocada a España.

    Por otro lado, si atendemos a lo de prohibir o declarar bien de interés cultural las corridas de toros, me viene a la cabeza una frase de Ortega en la que decía algo así como que “España se parece cada vez más a los países centroeuropeos, donde todo lo que no está prohibido es obligatorio”. A ese estado estamos llegando: o se prohíben los toros, o toros por cojones. Con un par.

    En cuanto a lo del toro de lidia que se extingue si se prohíben las corridas, otra mamarrachada. Si se extingue es porque se permite que se extinga. Igual que se invierten millones y millones en conservar otras especies, que se inviertan en conservar el toro de lidia. Eso sí: no queramos que encima paguen ese dinero los que antes organizaban las corridas.

    Pasemos al tema de la evolución: el hombre es el ser más evolucionado de todos cuantos seres existen sobre la tierra. En ese sentido, puede disponer de todo cuanto existe. Sin embargo, también debe ser responsable de ello, pero sólo en la medida en que todo lo existente es útil a la humanidad. La naturaleza sólo debe importarnos en la medida en que nos es útil o nos beneficia, aunque esto parezca frío. En absoluto me importa a mí la tierra una vez que se haya extinguido la humanidad. Pensad eso: ¿Es la naturaleza un fin en sí misma? ¿A quién le importa la naturaleza una vez que se haya extinguido la humanidad? Ni a los más ecologistas debería importarles. ¿Debemos cuidar la naturaleza? Sí; pero sólo en la medida en que esto nos ayudará a seguir existiendo como especie y repercutirá en una mayor calidad de vida. Para nosotros y para nuestros descendientes.

    “¿Nos creemos con infinito poder para alargar la vida de una especie y después darle una muerte sucia?” Con infinito poder no; pero sí con el poder suficiente como para poder hacerlo. ¿Hay algún impedimento natural para llevar a cabo exactamente eso? La respuesta es no. La naturaleza nos permite hacer todo lo que se puede hacer. Aquello que no se puede hacer no está en la naturaleza, y ni tan siquiera la ciencia puede alcanzarlo. Por ejemplo: no se puede hacer que lo que ya ha sucedido, no haya sucedido nunca. Ni aun inventando una máquina del tiempo. Podríamos volver atrás y hacer que no se repitiera algo, no obstante habría sucedido, ya que si no hubiera sucedido no hubiéramos tenido que viajar en el tiempo para evitarlo. Sin embargo, sí que podemos crear una especie, conservarla y darle una muerte sucia. Otra cosa es si moralmente es bueno o no hacer sufrir a un animal innecesariamente.

    “¿No es la naturaleza lo suficientemente sabia como para saber cuánto tienen que durar las especies?” La respuesta es no. La naturaleza no es sabia. Las especies o se adaptan al medio y sobreviven, o se extinguen; pero la naturaleza sabia, lo que se dice sabia, no es.

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  4. “¿Y si les preguntamos a los toros qué prefieren?” Como bien dices no se lo podemos preguntar; pero no porque no podamos hablar con ellos, sino porque los animales no tienen derechos ni obligaciones. Y no tienen derechos ni obligaciones porque no son enjuiciables moralmente, y no son enjuiciables moralmente porque no pueden preferir ni elegir. El animal tiene los derechos que el hombre, en tanto que ser superior a ellos, y en tanto que ellos no son sujetos de derechos, quiera otorgarles en virtud de una convención. De aquí no se sigue que haya que maltratar a los animales. Cuando el hombre fomenta la crueldad con los animales pueden pasar dos cosas –una mala y otra no tanto– : o bien que se esté haciendo daño a sí mismo, en el sentido de que se está volviendo cruel o de que está aniquilando especies que después le podrían servir para su propia supervivencia, o bien que haya una especie de catarsis y que el hombre sacie su agresividad con el maltrato animal en lugar de hacerlo haciendo daño a otros hombres. Desde mi punto de vista las corridas de toros poseen el elemento catártico, más que el otro. Yo también preferiría que mi hijo sufriera las catarsis necesarias asistiendo al teatro, y no pienso decirle que corra delante de un toro, pero hay gente que lo arregla en los toros, o con el futbol, que tampoco es algo que me guste especialmente –aunque reconozco que he disfrutado con el mundial. Pero bueno, lo esencial es que torturar a un toro, no es algo que debamos de evitar a toda costa, aunque evidentemente existe un sufrimiento de un animal que se está causando injustificadamente, y en ese sentido, y sólo en ese, las corridas de toros son algo malo. A este matiz me refería cuando decía que no me gustan las corridas de toros pero que tampoco estoy radicalmente en contra.

    También, y, aunque ya hablamos sobre ello en mi blog en relación al aborto, me gustaría referirme al comentario que haces acerca del no sentir compasión de un torero ensartado. En primer lugar decirte que los que mantenéis esa postura os estáis complaciendo en el sufrimiento humano, y, por lo tanto, cayendo en lo mismo que criticáis, pero de manera bastante más grave que los que disfrutan con el sufrimiento del toro. Como bien dices, en la vida, hay varios grados de dignidad, y no tiene la misma dignidad un toro que un torero. El torero es un hombre. Más o menos bruto, pero un hombre. Y por el simple hecho de serlo, ya tiene más dignidad que un toro. Si se defiende la vida, ha de defenderse desde los grados de mayor dignidad a los de menor. O al menos eso creo yo.

    Por último, he de decir que los que asisten a una corrida de toros no siempre buscan ver sufrir al toro. Las corridas tienen muchos más aspectos que el sufrimiento del toro. Aun a riesgo de ponerle una vela al diablo diré que es mucho más emocionante el riesgo que padece el torero que el sufrimiento del toro. Por otro lado, y le pese a quien le pese, hay que ser muy bueno –reconozcámoslo por lo menos- para ponerse delante de un toro y darle ciertos capotazos. Observar esa maestría del torero también es emocionante. En la única corrida que he estado en mi vida en 28 años que tengo –y fue por acompañar a una amiga de Túnez que estaba interesada en ver una– fue de rejoneadores, y yo al sufrimiento del toro ni le presté atención –quizá por insensible o quizá porque no me regodeo en eso. A mí lo que más me impresionó fue el adiestramiento del caballo, que es impresionante.
    Bueno: yo creo que me he mojado bastante, no? JEJE. Como siempre, un placer participar y saludos!

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  5. La verdad, he estado leyendo bastante sobre el tema de los toros (y más de la versión pro-cornuda, el día siguiente a la prohibición estaba de viaje y sólo conseguí hacerme con un ABC así que IMAGINA) y no había encontrado en ningún sitio ese argumento de: "¿Si un animal no puede ser explotado por la mano humana, automáticamente está destinado a su autodestrucción?". Pues no lo sé, pero me parece diferente tu planteamiento y me gusta.

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  7. Jejejeje! Me encantas! Me gusta que al final, discusiones tan seriotas puedan acabar con un buen toque de sentido del humor. Seguiré mojándome en próximas discusiones, y haciendo que tú también te mojes. Así que por eso no sufras.

    Por cierto, yo no sé tú; pero yo soy un cagueta para los deportes de riesgo. Yo no hubiera sido buen torero. A mi me hubiera pasao como a ese de México que salió el otro día en el telediario y que al segundo capotazo echó a correr el tío que se las pelaba, jeje. Algo así como cuando Cantinflas actuaba de torero.

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  8. http://www.memoriademadrid.es/madrid.php?accion=blog&id=19

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Se ruega canalizar la aversión hacia mi persona sin recurrir a la extremista economía lingüística del msn, al estilo montaña rusa quinceañero o a la jerga "hoygan" (en este último caso será inmediatamente investigada la IP del visitante para obsequiarle con un diccionario de bolsillo)

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